martes, 20 de octubre de 2009

Los códigos sociales

El individuo se inserta en la sociedad, y de ella posee una doble experiencia: una experiencia objetiva y una experiencia subjetiva.

Es cierto que podemos considerar a la sociedad sólo como un elemento particular del mundo en que vivimos y que todo lo dicho hasta aquí de los diferentes códigos se aplica también a la significación y a las comunicaciones sociales.

Sin embargo hay una diferencia mayor. Las ciencias y las artes, tal como han sido definidas anteriormente, tienen por objeto comunicar al receptor humano una experiencia propia al emisor y en la cual el primero no está directamente implicado. La comunicación social, en cambio, tiene por objeto significar la relación entre los hombres y en consecuencia entre el emisor y el receptor. La sociedad es un sistema de relaciones entre los individuos que tiene por objeto la procreación, la defensa, los intercambios, la producción, etc. Con este fin, las situaciones de los individuos en el seno del grupo y de los grupos en el seno de una colectividad debe ser significada. Ese es el rol de las insignias y de las enseñanzas que indican la pertinencia a determinada categoría social: clan, familia, profesión, asociación, etc. Los ritos, las ceremonias, las fiestas, las modas, los juegos, son modos de comunicación por medio de los cuales el individuo se define en relación al grupo y el grupo en relación a la sociedad, a la vez que ponen en manifiesto el papel que allí cada uno asume.
La ciencia, el saber, es una organización y una significación del mundo natural; los códigos sociales son una organización y una significación de la sociedad. Los significados son allí los hombres o los grupos y sus relaciones. Pero el hombre es el vehículo y la sustancia del signo, es a la vez el significante y el significado. En realidad, es un signo y por lo tanto, una convención. La vida social es un juego en el cual el individuo interpreta su propio papel: el patriarca, el tío tutelar, el hijo pródigo o el amigo fiel. Por otra parte, el signo social es en general un signo de “participación”. A través suyo, el individuo pone de manifiesto su identidad y su pertenencia al grupo pero, simultáneamente, reivindica e instituye esa pertenencia.
La experiencia social, al igual que la experiencia de la naturaleza, es de tipo doble: lógico y afectivo. De la lógica proceden los signos que indican la ubicación del individuo y del grupo en la Jérica y la organización política, económica, institucional. De la afectiva, los que expresan las emociones y sentimientos que el individuo o el grupo experimenta con respecto a otros individuos u otros grupos.
Por lo tanto, didácticamente, sería legítimo continuar el plan que hemos seguido hasta ahora, distinguiendo los signos sociales lógicos y los signos sociales estéticos (afectivos). Pero en la práctica, los dos modos de la significación están estrechamente imbricados. Lo que ocurre es que las “ciencias del hombre” están aún poco desarrolladas y que nuestro saber en ese dominio está basado en un “pensamiento salvaje” que distingue mal los límites del arte y de la ciencia. Por otra parte, es comprensible que la relación afectiva sea mucho mas fuerte de hombre a hombre que entre el hombre y la naturaleza. A menos u se trate de esa naturaleza antropomorfa que caracteriza a las religiones y a las culturas arcaicas.
Renunciando así a la ambición de distinguir una ciencia y un arte de la vida social, examinemos el problema desde el punto de vista de los signos y los códigos.

I. Los signos
Una de las primeras condiciones de la vida social consiste en saber a qué atenerse y en poder, por lo tanto, reconocer la identidad de los individuos y de los grupos. Esa es la función de las enseñas y las enseñanzas.
1. Los signos de identidad: insignias y carteles. Las insignias y los carteles son marcas que indican la pertenencia de un individuo a un grupo social o económico. Tienen por función expresar la organización de la sociedad y las relaciones entre los individuos y los grupos.
a. Las armas, las banderas, los escudos, etc. Indican la pertenencia a una familia o un clan. Puede extenderse a grupos mas amplios: ciudad, provincia, nación.
b. Los uniformes también constituyen la marca de un grupo: social, institucional, profesional, cultural, étnico, etc.
c. Las insignias y las condecoraciones son vestigios simbólicos de las armas y uniformes y aseguran las mismas funciones bajo formas degradadas.
d. Los tatuajes, los maquillajes, los peinados, etc. Son también insignias codificadas en las sociedades primitivas y que perduran en nuestras modas.
e. Los nombres y sobrenombres son las marcas más simples y universales de la identidad. En un principio son siempre motivados, designando al individuo por su pertenencia a una familia o a un clan, a una profesión, a una categoría física.
En nuestras culturas modernas, la historia trajo apareada la decadencia de ese sistema que con frecuencia es reactualizado por medio de sobrenombres y apodos.

2. Los signos de cortesía. Los signos de identidad constituyen marcas de pertenencia a un grupo o a una función. Las relaciones permanentes van acompañadas de relaciones transitorias particulares que pueden variar según los individuos presentes y las circunstancias. Ponerse o no un traje de gala para asistir a una invitación indica no solamente la naturaleza de la recepción sino las relaciones entre el anfitrión y el invitado. Se dispone también al efecto de signos especiales, de los cuales los principales son los atributos corporales y los gestos. Adjuntos a los signos prosódicos, kinésicos y proxémicos. Habría que agregar aquí los saludos, las injurias, el alimento.
A. El tono de la voz es una de las formas más universales de significar la relación entre emisor y receptor: puede ser “familiar”, “respetuoso”, “irónico”, “imperativo”, etc.
B. Los saludos y fórmulas de cortesía desempeñan idéntico papel y se distinguen por su carácter particularmente convencional y variable de una cultura a otra.
C. Las injurias son las formas negativas de saludo. Constituyen los signos de la hostilidad. Y si bien su número es prodigioso y creciente, no por eso son menos convencionales. Los desafíos son formas codificadas y ritualizadas.
D. La kinésica, en sentido estricto estudio de los movimientos, es un análisis de las mímicas, de los gestos y de las danzas. Los gestos y las mímicas –así como las entonaciones y las variaciones de la voz- son auxiliares del lenguaje.
E. La proxémica. La comunicación lingüística utiliza no solamente los gestos sino también el espacio y el tiempo. La distancia en que nos colocamos con relación a nuestro interlocutor, el tiempo que tardamos en recibirlo o en responderle constituye signos. Ese lenguaje es el que se estudia con el nombre de proxémica.
Es particularmente interesante en la medida en que, convencionalizado como todo sistema de signos, varía con las culturas y corre el riesgo de originar numerosos malentendidos.
La distancia está determinada evidentemente por la acústica, l menos es lo que creemos. En realidad es ampliamente convencional: los anglosajones mantienen una cierta distancia entre los locutores, los latinos tienden a reducirla.
No menos significativo es el tiempo de espera que nos impone el interlocutor. Sabemos hasta que punto es sabiamente dosificado hasta por el mas insignificante empleaducho, que se considera desposeído si no impusiera al visitante una espera de acuerdo a su rango y a su propia importancia.
Ese tiempo es también puramente convencional y puede adquirir proporciones considerables en ciertas culturas y en ciertas situaciones. Un embajador ante el Gran mongol puede esperar hasta tres meses antes de ser recibido y las mujeres sólo aceptan las atenciones de su admirador luego de un período de tiempo sabiamente calculado.
F. El alimento es también uno de los modos importantes de la identificación del grupo y de la cortesía.
Con frecuencia está rodeado de tabúes. Su preparación y el servicio de mesa están regidos por un sistema de convenciones constrictivas. En ciertos medios, rechazar un aperitivo significa un insulto particularmente agraviante.

3. Naturaleza de los signos sociales. Ya hemos visto que los signos pueden ser mas o menos socializados, es decir estructurados y convencionalizados. En nuestra cultura moderna los signos sociales generalmente lo son en muy poca medida. Es el caso de nuestros onomásticos, de nuestras insignias a las que podemos comparar con sistemas muy elaborados tales como los blasones, las vestimentas de castas, de oficios, de clanes.
Otra característica de los signos es la arbitrariedad o motivación. La mayoría de los signos sociales son motivados ya sea por metáfora o frecuentemente por metonimia. Son figuras alegóricas pero perduran a menudo en la forma social y en las instituciones, conservando sólo un valor simbólico degradado cuyo sentido original se ha perdido.
Por su naturaleza icónica los signos sociales se asemejan a los signos estéticos. Esto no es casual, pues en la comunicación social el emisor es frecuentemente portador del signo y es, al mismo tiempo, el referente. Esta confusión del sujeto y del objeto no puede sino favorecer la contaminación de la función referencial y de la función emotiva.

II. Los códigos

Vestimenta, alimentación, gestos, distancias, etc., son signos que participan en proporciones y modalidades diversas, en la formación de los diferentes tipos de comunicación social. Son innumerables: ritos, fiestas, ceremonias, protocolos, códigos de cortesía, juegos. Podríamos distinguir cuatro tipos principales: los protocolos, que tienen por función instaurar la comunicación entre los individuos; los rituales, en los que el emisor es el grupo; los juegos, privados e individuales o públicos y colectivos, que son las representaciones de una situación social; y las modas que son las formas estilizadas e individualizadas de los códigos.
1. Los protocolos. Una sociedad es un conglomerado de individuos reunidos en vistas de una acción común. Todos tienen allí su lugar y su función. Todos se definen por medio de las relaciones familiares, religiosas, profesionales, etc., que sostienen con los otros.
Es indispensable que esas relaciones sena conocidas e identificadas.
Cuando los individuos se reúnen en vistas de alguna acción común, sus relaciones deben ser significadas: el que dirige y el que obedece, el que da y el que recibe, el que invita y el que visita, etc.

2. Los ritos. Son comunicaciones de grupos. El mensaje ritualizado es emitido por la comunidad y en su nombre. El emisor el grupo y no el individuo.
Por intermedio del culto religioso la colectividad se comunica con los dioses. Los cultos familiares o nacionales son también las formas de comunicación con los ancestros o la patria.

3. Los juegos. Al igual que las artes son imitaciones de la realidad y, más particularmente, de la realidad social. Son situaciones construidas con el objeto de reubicar a los individuos en un esquema significativo de la vida social. Los juegos imitan con el objeto de reubicar al emisor dentro de la realidad y hacerse practicar, por intermedio de una imagen, los actos de esa realidad. Los juegos tienen además una función de distracción en la medida en que satisfacen y sin duda subliman deseos frustrados por la vida real.
Entre los juegos, debemos reservar un lugar especial a los juegos dramáticos: los decorados, la puesta en escena, los actores son signos. Al ser sistemas de signos los juegos están necesariamente codificados bajo formas ya sea figurativas o ideosémicas.
4. Las modas. Son maneras de ser propias del grupo: vestirse, alimentarse, alojarse, etc. Adquieren una gran importancia en una sociedad donde la superabundancia de los productos de consumo libera a estos últimos de su función primitiva (protección, alimentación).
La moda procede de un doble movimiento centrípeto y centrífugo. El deseo de identificación con un grupo prestigioso provoca la adopción de los signos que los caracterizan. Pero estos signos son entonces abandonados por los miembros del grupo, que rechazan esa identificación. Esa es la causa de que la moda sea tan variable y creadora, particularmente en las culturas donde los signos sociales están codificados débilmente. La moda al igual que las diversiones, compensa frustraciones y viene a satisfacer los deseos de prestigio y poder.

Resumen
Guiraud, Pierre (2003). La semiología. Siglo Veintiuno Editores. México.

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